Esta etapa corresponde al sábado, pero no pude hacerla por falta de cobertura y tiempo. He coincidido en Lubián con una pareja de Sevilla que han comenzado el camino desde Zamora y me he pasado casi toda la tarde hablando con ellos. Me gusta hacer la crónica cada día porque refleja mi estado anímico en el momento, pero esta vez no puede ser.
La jornada de hoy sábado ha sido distinta. Tal y como reflejé ayer se nota un giro de 180 grados en todo lo que me rodea. Nada más salir, el camino me ha llevado por un bosque de helechos en el que apenas entraba la luz y todo estaba mojado. Hace casi tanto frío como en el mes de noviembre, de hecho, he tenido que volver a ponerme el forro polar y, a pesar de ello, he pasado muchísimo frío.
Tras unos cuantos kilómetros por sendas casi impracticables en bici (con remolque) he decidido salir a la antigua carretera que está casi en desuso desde que se construyó la autovía, y subir un puerto de tres pares de güevos. Cuando llegué arriba no sabía si las piernas eran mías o las tenía ortopédicas. Menos mal que luego era casi todo cuesta abajo. Al final, y tras 70 km llegué a Lubián, un pueblo muy curioso porque hablan gallego, los nombres de las calles están en gallego y la gente habla en gallego a pesar de pertenecer a Zamora. La explicación de los foráneos es que se sienten más gallegos que castellanos...
El caso es que me hubiera gustado continuar un rato más, pero me han dicho que queda otro puerto más que, aunque no es tan duro como el que he subido, también tiene su miga, así que he decidido quedarme aquí.
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